Amor…
Primera Parte
Hay temas que por su complejidad jamás
serán resueltos del todo. Temas que sólo podemos analizar a través de la
experiencia de estar vivos. Temas que producen pasión y que también producen
ciertos desacuerdos. Por eso, el tema de hoy, el amor, no es para mí más que un
humilde intento de zambullida de una simple persona, que busca respuestas; aunque,
casi siempre, lo que obtengo son preguntas.
Soy sincero, (aunque no todo el tiempo
puedo garantizarlo) y por eso pienso que no me creo capacitado en definir algo
que apenas hemos podido entender (según creo), y más cuando estamos bajo un
panorama modernista. Sin embargo, aunque no lo puedo definir como podría
definir por ejemplo, la matería, si puedo analizarlo con todo ese cumulo de
experiencias que me ha tocado vivir. Tratando de entender de dónde viene esa
maravillosa energía que nos hace tan especial y a la misma nos hace tan
diferente entre otros seres.
Por lo tanto, no hay nada más simbólico
que pensar que hoy estoy aquí, existiendo, porque hace treinta años, una mujer quiso
tenerme en su vientre por nueve meses por amor. Suena hermoso, venimos al mundo
por amor, y eso es lo que estrictamente nos vincula con un “Creador” y hasta
con todo los que nos rodea. Es la característica más profunda de todo ser
humano y como no, también del reino animal.
Comienzo diciendo que para mí, el amor no
es la simplemente famosa escena entre un hombre y una mujer como ya tantas veces
se nos ha ilustrado mediante propaganda televisiva en telenovelas y literatura
fascinante. No tiene nada ver con la belleza y para nada tendría que ver con
esas insinuaciones románticas emergidas de un concepto superficial y absurdo.
Si algo he aprendido con el estudio de las enseñanzas más esotéricas o de
relieve científico es que, más allá de lo aparente, (me refiero a como
percibimos las cosas) existe una estructura imperceptible (atómica, subatómica
y etc.) que es el tejido de todo lo que existe. Por lo tanto, aunque no podamos
verlo o palparlo, el amor es parte de nosotros, porque existimos en el universo,
y si no existiéramos, el amor tampoco existiría.
Por otra parte, me es importante recalcar
que según el pensamiento religioso, nosotros vivimos porque es la gracia del
amor Divino que nos mantiene vivos. Sin embargo, este mismo pensamiento podría
también a llevarme a cuestionar fácilmente un asunto: ¿Sentimos amor porque así
mismo lo deseamos, o sólo porque así lo desea Dios?
¿Qué pasará con
nuestro amor cuando estemos en la otra realidad? ¿Será arrebatado y seremos
como partículas flotantes en la nada, sin amor y sin odio? Bueno, al menos no
creo que sea así, pero esto me lleva a pensar qué pasaría si hubiésemos
sido creados sin una pizca de amor en
nuestra alma; si es ahora como estamos y casi destruimos al mundo, habría que
imaginarse cómo seríamos sin una gota de amor; ni siquiera el sol se atrevería
a salir para nosotros.
Como yo mismo he descrito, el amor, se
puede definir de muchas singularidades con todo el valor de la retórica y el
adjetivo litúrgico. Podría llenar páginas enteras elogiándolo, alabándolo y
representándolo; pero, antes pospongo esta emoción para proponer una verdad
existente, ya que delante de mis ojos sólo veo mundo atrapado en su propia
malicia y progreso, en alas de de promover la corrupción de su propia
integridad. Por eso creo que toda persona debe hacerse un auto análisis de sí
misma, huyendo de cualquier concepto que encarcele el descubrimiento de su
verdadero amor. Un amor que va más allá de los prejuicios religiosos y los
conceptos moribundos de esta nueva sociedad. Un amor que enfrenta a una
humanidad cada vez menos humana y más robotizada, que sólo busca una felicidad
fantasma que le ayude a escapar de sí misma. Una humanidad que siempre coloca
la palabra amor en lo absurdo, sin reconocer que puede ir más allá, hacia aquel
lugar donde no existe el tiempo y el amor no está dispuesto a esperar...

No hay comentarios:
Publicar un comentario